Pacientemente esperé a Jehová, y se inclinó a mí y oyó mi clamor. (Salmo 40:1)
Siempre he sido un poco despistada y hay ocasiones en que no recuerdo dónde dejó las cosas. Un sábado por la mañana llegué a la iglesia temprano, como de costumbre, ya que mi padre nos enseñó que debemos llegar a tiempo a la casa de Dios. Sin embargo, aquel sábado llegamos más temprano de lo habitual. Me bajé del auto sosteniendo en las manos mi Biblia, un himnario, unos papeles, unos discos compactos y mi celular. Esa fue una de las pocas ocasiones en que no llevaba cartera. Como aún no habían llegado muchos hermanos, dejé las cosas que llevaba en las manos en la última banca, mientras salía a colocar un anuncio.
Al regresar tomé mis pertenencias y me dirigí al frente para sentarme. De pronto me di cuenta de que no tenía conmigo el celular, así que comencé a buscarlo por todas partes. Fui a la banca de atrás con la esperanza de hallarlo, pero no estaba allí. Lo busqué en las demás bancas, pero nada. Los hermanos iban llegando y no aparecía mi teléfono. Yo comenzaba a desesperarme e intentaba recordar dónde lo había dejado. Varios jóvenes me ayudaron a buscarlo, pero no aparecía.
El primer anciano de la iglesia me vio muy preocupada y me preguntó si me sucedía algo. Le dije que mi teléfono había desaparecido de la última banca y que ya lo daba por perdido. Empezó la Escuela Sabática y yo seguía pensando en el celular, mientras que en mi corazón le rogaba a Dios que me ayudara a encontrarlo porque tenía cosas importantes grabadas en él. No lograba entender por qué alguien me había sustraído el celular en la iglesia.
Antes de que comenzara el culto divino, elevé una oración contándole al Señor mi problema. Luego me dirigí al cuarto pastoral y allí encontré a mi hermana. Después de saludarme me dijo que mi teléfono había aparecido. En cuanto escuché aquello me tranquilicé y le agradecí al Señor por haber respondido mi oración.
Quizá te parezca algo insignificante el extravío de un teléfono, pero entendí mediante aquel suceso que Dios nos ayuda aun en las cosas más pequeñas. Jesús está dispuesto a ayudarte hoy. Ora con fe y él responderá a tu necesidad.
Siempre he sido un poco despistada y hay ocasiones en que no recuerdo dónde dejó las cosas. Un sábado por la mañana llegué a la iglesia temprano, como de costumbre, ya que mi padre nos enseñó que debemos llegar a tiempo a la casa de Dios. Sin embargo, aquel sábado llegamos más temprano de lo habitual. Me bajé del auto sosteniendo en las manos mi Biblia, un himnario, unos papeles, unos discos compactos y mi celular. Esa fue una de las pocas ocasiones en que no llevaba cartera. Como aún no habían llegado muchos hermanos, dejé las cosas que llevaba en las manos en la última banca, mientras salía a colocar un anuncio.
Al regresar tomé mis pertenencias y me dirigí al frente para sentarme. De pronto me di cuenta de que no tenía conmigo el celular, así que comencé a buscarlo por todas partes. Fui a la banca de atrás con la esperanza de hallarlo, pero no estaba allí. Lo busqué en las demás bancas, pero nada. Los hermanos iban llegando y no aparecía mi teléfono. Yo comenzaba a desesperarme e intentaba recordar dónde lo había dejado. Varios jóvenes me ayudaron a buscarlo, pero no aparecía.
El primer anciano de la iglesia me vio muy preocupada y me preguntó si me sucedía algo. Le dije que mi teléfono había desaparecido de la última banca y que ya lo daba por perdido. Empezó la Escuela Sabática y yo seguía pensando en el celular, mientras que en mi corazón le rogaba a Dios que me ayudara a encontrarlo porque tenía cosas importantes grabadas en él. No lograba entender por qué alguien me había sustraído el celular en la iglesia.
Antes de que comenzara el culto divino, elevé una oración contándole al Señor mi problema. Luego me dirigí al cuarto pastoral y allí encontré a mi hermana. Después de saludarme me dijo que mi teléfono había aparecido. En cuanto escuché aquello me tranquilicé y le agradecí al Señor por haber respondido mi oración.
Quizá te parezca algo insignificante el extravío de un teléfono, pero entendí mediante aquel suceso que Dios nos ayuda aun en las cosas más pequeñas. Jesús está dispuesto a ayudarte hoy. Ora con fe y él responderá a tu necesidad.