Tampoco queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen, para que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza (1 Tesalonicenses 4:13).
Alguna vez hayamos llegado a un funeral sin saber que decir a los dolientes. Algo parecido me sucedió en cierta ocasión. En un lamentable accidente murieron una madre y sus dos hijas; una de ocho años y otra de cinco. La madre me había comprado un libro sobre el control del estrés, y con aquella compra había recibido como obsequio un folleto de «La fe de Jesús». Para mi sorpresa, cuando asistí al sepelio la abuela de las niñas, a quien yo no conocía, me abrazó y me agradeció por el obsequio que le había hecho a su hija. Ella me dijo que estaba convencida de que su hija y sus nietas dormían el sueño de la muerte y que Jesús las resucitaría en el momento de su segunda venida.
Una de las razones por las que trabajo como colportora es que he visto cómo, gracias a la influencia de los libros, las personas son tocadas por el Espíritu Santo y cómo, en momentos de dificultad, recuerdan lo que han leído en ellos.
Después de algunos días aquella misma señora apareció en mi consultorio, pidiéndome que por favor la ayudara a estudiar el pequeño folleto que hablaba de la fe de Jesús que yo le había obsequiado a su hija seis meses antes del fatal accidente. Acepté de inmediato, y esa misma tarde comencé a estudiar con aquella familia.
«Todos los que han recibido la luz sobre estos asuntos deben dar testimonio de las grandes verdades que Dios les ha confiado. [...] Y es de la mayor importancia que todos investiguen a fondo estos asuntos, y que estén siempre prontos a dar respuesta a todo aquel que les pidiere razón de la esperanza que hay en ellos» (El Conflicto de los Siglos, cap. 27, p. 479).
Mi hermana, ¿qué estás haciendo por aquellos que no tienen esperanza? Te invito a que le hables a tu vecino, a tu amigo, al de la tienda. Regálale o véndele una revista, un libro y, a ser posible, una Biblia.
Padre, te ruego de todo corazón que ayudes a cada una de mis hermanas a asumir la misión de compartir tu verdad con los demás. Danos más amor por las almas.