La verdadera belleza de una mujer no está en su apariencia sino en lo profundo de su corazón. Una mujer que hace esfuerzos extremos y que se dedica con todo su corazón a su campo de acción es hermosa, brilla de verdad. Luce aguda, decidida y segura de sí misma, las mujeres que están conscientes de su belleza interior, no necesitan pedirle prestada la belleza a nada que les sea externo.