Te ruego que permitas que tu siena hable a tus oídos, y escucha las palabras de tu siena (1 Samuel 25: 24).
Es un privilegio ser mujer, aunque en algunas partes del mundo las mujeres sean tratadas como seres inferiores y enfrenten grandes limitaciones para su desarrollo personal y su desempeño profesional. En términos generales la mujer del siglo XXI ha dado un gran paso en todos los sentidos en la mayor parte del mundo. En la actualidad apenas existen barreras para que las mujeres opten por la carrera que deseen cursar. Tampoco existen profesiones en los países desarrollados que sean exclusivas de los hombres, ya que por ley las puertas están abiertas para ambos sexos.
En la Biblia vemos a algunas mujeres que ejercieron su mi influencia sobre otras personas a través de buenos consejos. Por otro lado, los consejos de algunas de ellas no siempre fueron los mejores: Eva influyó sobre su esposo para que desobedeciera a Dios; Jezabel aconsejó mal a su esposo para que adorara ídolos y diera muerte a Elías, el profeta del Señor; la esposa de Job le dijo que maldijera a Dios y que luego se muriera.
Entre las mujeres que supieron dar buenos consejos y tomar decisiones apropiadas encontramos a Abigail, una dama que salvó a los miembros de su hogar del enojo de David. Notemos la impresionante declaración que ella le hace a David: «Jehová te ha impedido [...] vengarte por tu propia mano» (1 Sam. 25:26).
«Las palabras bondadosas son como rocío y suaves lluvias para el alma. La Escritura dice acerca de Cristo que se concedió gracia a sus labios, para que supiese "hablar en sazón palabra al cansado". Y el Señor nos ordena:
«Sea vuestra palabra siempre con gracia [...], a fin de dar gracia a los oyentes» (El hogar cristiano, p. 395).
Permitamos que en todo momento nuestras palabras tengan como objetivo el bien. Pregúntate: «¿Cómo afectan mis consejos a mis amigos y amigas, e incluso a mi esposo?».
Querido Padre, ayúdame para que mi influencia sobre las personas que me rodean sea positiva.